«D’avui en vuit», como diría mi abuelo Miliu, estábamos en Bellver de Cerdanya contando, comiendo, cantando… De vuelta a la rutina, parece quedar ya muy lejos. Y es ahora que lo sucedido en Un riu de contes empieza a adentrarse en el terreno de lo mítico, de lo maravilloso. No es extrañar, entre sopas de ortigas, rutas de gigantes, silencios de seda, historias de aparecidos, mozas y mozos de agua y vino añejo, inscripciones enigmáticas, gatos misteriosamente adiestrados, reencuentros y conversaciones hasta bien entrada la noche, bajo la mirada de la ...