De cuentos en Letonia 3
15/05/2013 - blog
Más vale tarde que nunca… Aquí está la última entrega de este fantástico viaje por el mundo de los cuentos en Letonia.
29 de abril
Después de un día de descanso con Māra Mellēna, que me pasea por la ciudad, descubriéndome muchos detalles sobre la cultura y las tradiciones letonas, el lunes por la mañana participo en un seminario organizado en colaboración con la comisión nacional de la UNESCO en el marco del proyecto «La hora del cuento en las bibliotecas», donde asisten bibliotecarias de todo el país. La lengua vehicular será el inglés, y cuento con la ayuda de Aldis Pūtelis, un excelente narrador y traductor, quien se encargará de traducir mis palabras del inglés al letón. Antes de entrar en la sala hablo un poco con Aldis para que sepa a qué atenerse. También le comento los cuentos que me gustaría contar durante el seminario. Un cuento de allí nos lleva a un cuento de acá, y fijándonos en las diferencias y las similitudes de cada cuento, me habla de los espíritus del agua, muy presentes en el folklore letón. Absorta en las historias, casi he olvidado que debemos unirnos al grupo del seminario.
Las asistentes primero preguntan tímidamente, pero las historias son de gran ayuda para hacer hablar a la gente, y pronto surgen temas muy interesantes en torno al hecho de contar. Es un verdadero placer contar «La sopa de piedra» con Aldis, la cuenta en su lengua con gracia y ritmo, y de repente estamos contando la historia a dos voces, haciendo un dúo donde dos idiomas y dos formas de contar se encuentran para crear algo nuevo. Parece que la gente se lo está pasando en grande; y yo también. Es genial escuchar el eco de un cuento que has contado tantas veces en un idioma tan musical como el letón, buscando similitudes, tratando de adivinar palabras…
Durante el seminario cuento también «La gallina negra», y Aldis saca su vis cómica para añadirle un toque muy divertido a la narración. Creo sinceramente que este puede ser el futuro para revivir los cuentos en nuestra sociedad multilingüe. Ante los subtítulos o PowerPoints con traducciones interminables siempre te enfrentas al mismo dilema: apartar la vista del narrador y sacrificar la expresividad y el lenguaje corporal, o sencillamente prescindir de la traducción y perderte el significado textual de la historia. Pero todo eso se queda corto ante un buen duelo de espadachines narrantes manejando palabras en lugar de espadas. De este modo, el paso de un idioma al otro se convierte en arte, y el que escucha puede maravillarse ante su propio idioma y además disfrutar de la sonoridad, la música y la belleza de una lengua que hasta ahora desconocía.
Y así de un malentendido a otro, a cuál más divertido: este pequeño paseo haría las delicias de mis colegas traductores.
Después de admirar el paisaje, visitamos los archivos: índices tipológicos de cuentos, canciones… En un armario, clasificados en cajitas verdes, allí duermen las leyendas que se han recogido, muchas de ellas aún inéditas: aún queda mucho trabajo por delante. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia. Guntis lo sabe muy bien, pues ha pasado aquí muchas horas de su vida.
Y luego entramos en la cámara del tesoro: 3 millones de piezas de folklore, entre canciones, leyendas y cuentos, duermen en esta pequeña sala. Me muestran el mayor de los tesoros nacionales: el Dainu Skapis, el armario de las canciones populares, reunido por Krišjānis Barons (1835-1923). Este catálogo incluye todos los manuscritos de las canciones populares que Barons recopiló para editar el Latvju Dainas, la publicación de canciones populares letonas más importante que existe (217.996 textos en 6 volúmenes).
Estas canciones, en forma de cuartetos que se han ido limando y perfeccionando a lo largo del tiempo, de generación en generación y de boca a oreja, condensan la esencia poética y mítica del imaginario colectivo de este país. En estos pequeños cajones, dentro de cajas de cigarros (Barons era un fumador empedernido), clasificadas y numeradas minuciosamente en trocitos de papel, pues era un bien escaso, puedo ver dónde duermen las canciones populares, listas para ser cantadas en cualquier momento. Y estoy segura de que así es, pues lo he podido ver con mis propios ojos durante estos días.
El valor de este archivo trasciende el valor histórico u académico; posee una particularidad que de repente me hace entender el porqué los letones lo aman tanto. En este archivo también se ha registrado dónde y cuándo se cantaba cada canción, y quién la cantaba. Esto significa que cualquiera puede venir aquí y descubrir qué cantaba su familia, sus parientes… Unos parientes con los que nunca hubieran podido coincidir, ya que pertenecen al pasado, pero gracias a este archivo pueden traerlos al presente, compartir algo con ellos, coincidir con ellos. Es un archivo que hace posible lo imposible, conecta el pasado con el presente. Ofrece la posibilidad de transmitir de nuevo la tradición, enriqueciéndola y desarrollándola, haciéndola presente y viva.
Al hojear los álbumes de fotos de centenares de informantes y leer sus nombres y lugares de origen cuidadosamente anotados junto a cada foto, en sus hogares, delante de sus casas, en su terruño, me siento profundamente conmovida.
Y después de visitar dónde viven los cuentos en Letonia, toca volver a Barcelona. Ha sido un viaje breve, pero lleno de sorpresas y de enseñanzas. Vuelvo realmente inspirada por todo lo que he podido vivir y experimentar en Letonia, un país que ofrece un montón de historias a quien llegue dispuesto a escuchar. Un país que ahora puedo situar con seguridad en el mapa europeo; en el lejano norte, a orillas del Báltico, y también aquí, muy cerca de mi corazón.
Si os habéis quedado con ganas de más…
Reportaje sobre el Festival Ziv Zup emitido por la televisión local.
Fantásticas fotos del festival de Kārlis Kalseris y Aldis Pūtelis.
Un poco de música de Laima Jansone, una joven virtuosa del kokle.
Y no podría acabar mi relato sin una daina, una canción popular:
Kas var mani aizrunāt?
Kas var mani aizdziedāt?
Es jau biju to ļautiņu,
Dziedātāju, runātāju.
LD 72, Latvju Dainas
¿Quién culminará mis cuentos?
¿Quién culminará mi canto?
Soy del pueblo
de los que cantan y cuentan.
LD 72, Latvian folksongs